Tal y como dice la canción de Perlita de Huelva, titulada "Amigo conductor", aquí en Bruselas la senda puede ser peligrosa.
No es que sea tampoco muy peligroso, pero hay que ver la de "mafias" que hacen los conductores en esta ciudad.
Más de una vez me he encontrado con que van bastante lanzados por la ciudad. O eso o es que el pedal del acelerador de la mayoría de los belgas va un poco flojo.
Te encuentras que en un paso de zebra estás cruzando tranquilamente y si no es porque acabas como quien dice corriendo, podrías haber chocado con el coche.
Otra de las cosas por las que destacan es por su poca paciencia.
Veréis, os cuento.
Más vale que si conducís alguna vez en Bélgica, o al menos en Bruselas, estéis listos para arrancar a la mínima que se pone verde el semáforo a no ser que queráis llevaros unos cuantos pitidos por parte de los demás conductores.
Al semáforo le cuesta un poco hacer el cambio de rojo a verde, y viceversa, pero si no estás atento, prepárate entonces.
También es bastante común, yo creo que incluso que es de cultura general, cambiar de sentido como quien mea cada mañana nada más levantarse.
Habré visto infinidad de veces como la gente, sin dudarlo un momento cambia de sentido, y no creo que sea porque se han equivocado. E incluso no se quedan cortos y lo hacen estando en carriles adyacentes, no se acercan al carril contrario para no molestar el flujo del tráfico, sino que pueden llegar a saltarse tres carriles con tráfico en ambos sentidos y ellos la mar de tranquilos.
Así son algunas de las hazañas que llevan a cabo los belgas a la hora de conducir.
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